(por Agustín Clemente Pliego)
(1ª parte)
Si
me prestáis atención
os
voy a contar la historia
del
convento y la basílica
y
de la Virgen de Atocha.
Señora
Virgen de Atocha
de
ti la ayuda requiero
para
poder darle fin
al
relato que ahora empiezo.
*
De
aquestos santos lugares
las noticias
más remotas
proceden
del siglo VII,
de
la etapa visigoda.
San
Ildefonso, arzobispo
de
Toledo, decretaba
enviar
aceite a la Virgen
para
alimentar sus lámparas.
Todos
estos territorios
los
ocuparon los árabes
y
respetaron la ermita
y
respetaron su imagen.
Allá
por el siglo XI
Alfonso
VI donó,
tras
la toma de Madrid,
a
la Virgen su pendón.
Era
a la sazón Atocha
una
diminuta ermita:
¡qué
lejos estaba entonces
nuestra
moderna basílica!
Ya
era famosa la Virgen
por
hacer muchos milagros
narrados
en Las Cantigas
de
Alfonso X “el Sabio”.
Un
niño que se asfixiaba
porque
una espiga tragó
gracias
a Nuestra Señora
por
la espalda la expulsó.
Aquí
venía San Isidro
para
a la Virgen rezar
y
de rodillas andaba
desde
la puerta al altar.
Gracias
a su intervención
experimentó
un gran gozo
al
ver que salía vivo
el
hijo que cayó a un pozo.
Mil
quinientos veintitrés
fue
el año de un gran evento:
la
ermita se hizo iglesia,
también
se hizo un convento.
El
Padre Hurtado pidió
al
Papa y a Carlos V
la
ermita y otros terrenos
que
querían los dominicos.
Fueron
catorce los frailes
en
esos primeros tiempos:
adoraban
a la Virgen,
tenían
poco sustento.
Vivían
de las limosnas
de
los fieles madrileños
y
de algunos peregrinos
y
de los frutos del huerto.
Fueron
los Austrias mayores
insignes
reyes de España,
venían
a darle gracias
tras
las gloriosas batallas.
Por
la victoria en Lepanto
el
rey Felipe II
a
la Virgen ofrendó
las
banderas de los turcos.
Le
cantaron el Te Deum,
le
rezaron fervorosos,
don
Juan de Austria le donó
el
estoque victorioso.
En
el convento vivían
afamados
confesores
de
Teresa de Jesús
y
muchos predicadores.
Bartolomé
de las Casas,
el
defensor de los indios,
abandonó
las Américas,
pues
aquí morirse quiso.
*
Año
mil seiscientos dos,
el
rey Felipe III
funda
el Patronato Real
para
ayudar al convento.
A
decir misas cantadas
los
frailes se comprometen
rogando
a Nuestra Señora
protección
para los reyes.
Desde
entonces consideran
a
la Virgen la Patrona
de
la Familia Real
y
de España Protectora.
Los
reyes Austrias han sido
de
la Virgen muy devotos:
acudían
a rezarle,
daban
regalos hermosos:
Las
banderas y estandartes,
las
espadas y coronas,
preciosos
mantos brocados
y
alhajas de sus esposas.
Era
la Virgen de Atocha
a
la sazón la Patrona
de
Madrid hasta que un día
la Almudena la destrona.
*********
(2ª parte)
(2ª parte)
Cuando
vienen los Borbones
siguen
tan piadosa moda
y
aquí cristianan sus hijos
y
aquí celebran sus bodas.
Las
infantas tras casarse
donan
sus galas de novia
para
con ellas hacer
mantos
a Nuestra Señora.
En
el siglo XIX
llega
la Invasión Francesa
causando
grandes destrozos
en
esta sagrada iglesia.
Robaron
todas las joyas,
los
copones, las navetas,
destruyeron
las imágenes
y
también la biblioteca.
Convirtieron
el convento
en un cuartel militar
y la iglesia
utilizaron
para las bestias guardar.
Expulsaron a los frailes,
que huyeron a otro lugar
y se llevaron la Virgen
para su expolio evitar.
Cuando el rey Fernando VII
al Santuario volvió,
se reconstruyó la iglesia
y el culto se reanudó.
*
En el año treinta y cuatro
del siglo decimonono
sucedió la exclaustración
de los pobres religiosos.
Saquearon el convento
liberales exaltados
y después lo convirtieron
en Cuartel de los Inválidos.
Gracias a Isabel II
volvieron las oraciones,
y antes de desposarse
aquí hizo las velaciones.
Fue una reina muy devota
de nuestra Virgen de Atocha;
le regaló muchos mantos,
broches, coronas, custodias.
A atentar contra la reina
el cura Merino iba
cuando venía a presentar
a la infanta María Luisa.
Pero intervino la Virgen
y el regicidio impidió;
desde entonces a la Reina
le aumentó la devoción.
Su Santidad Pío IX
por esta reina tan pía
permitió que el santuario
se convirtiera en basílica.
Los funerales de Prim,
también los de Ríos Rosas
se celebraron aquí,
ante la Virgen de Atocha.
*
Se casó aquí Alfonso XII,
aquí, con las dos Marías:
María de las Mercedes
y después, María Cristina.
Por el deplorable estado
de este templo tan antiguo
la reina María Cristina
determinó derruirlo.
Y quería levantar
un templo de mayor lustre
y un esbelto Panteón
para los Hombres Ilustres.
Por la falta de recursos
tan solo se terminó
del Panteón una parte
y la torre con reloj.
En el año veinticuatro
empieza la construcción
de la iglesia y el convento
en terrenos que el Rey dio.
Era el rey Alfonso XIII,
y los frailes dominicos
pagaron todos los gastos
de los nuevos edificios.
Diez años de actividad
tuvo la nueva basílica
hasta que en el treinta y seis
la asaltaron los marxistas.
Cinco de los religiosos
fueron aquí asesinados
y el convento y la basílica
con rapidez incendiaron.
Expoliaron sus tesoros
y los objetos sagrados,
quemaron todas las tallas
y del altar el retablo.
Mas la imagen de la Virgen
no pudieron encontrar:
en su trono ya no estaba,
estaba en otro lugar.
Una familia piadosa,
de los frailes muy amiga,
en su casa la custodia
viendo lo que se avecina.
Se suben al campanil
de la torre bizantina,
le destrozan el reloj
y las campanas le quitan.
Estos sagrados lugares
son transformados en checas:
aquí se tortura y mata
por tener otras ideas.
*
Terminada la barbarie
de la Contienda Civil
con los muros conservados
se empieza a reconstruir.
El convento y la basílica
su renacimiento vieron
y el año cincuenta y uno
la inauguración hicieron.
Fue convertida en parroquia
el año sesenta y cinco
por monseñor, el obispo
don Casimiro Morcillo.
Para instruir esta zona
sedienta de educación
levantaron el Colegio
el año sesenta y dos.
El Colegio construyó
el Patrimonio Real
y empezó como Instituto,
Instituto Laboral.
El rey Juan Carlos I
aquí presentó a la Virgen
a doña Elena y Cristina
y al heredero Felipe.
En la boda de los Príncipes,
que celebraron en mayo,
le ofrecieron a la Virgen
con gran devoción el ramo.
Cuando llegaron a padres,
por seguir la tradición,
vinieron a presentarle
a la infantina Leonor.
*
Es nuestra Virgen de Atocha
pequeñita de factura,
que permanece sentada,
y es de madera muy dura.
Los ojos grandes, rasgados,
lucen en su tez morena
y una dorada corona
brilla en su luenga cabeza.
A su izquierda tiene al Niño
al que ofrece una manzana,
con dos dedos extendidos,
los otros dobla en la palma.
Por los rasgos que presenta
se puede conjeturar
que es del arte bizantino,
de una gran antigüedad.
*
¡Sagrada
Virgen de Atocha,
el
relato he terminado,
de
Ti esperamos ayuda
y
de tu Hijo el amparo!
*************
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